Resulta difícil imaginarse al escritor Arturo Pérez-Reverte acompañando a un grupo de grafiteros, aerosol en mano, por los túneles de la madrileña estación de Atocha. Pero aprender a moverse por este "territorio comanche" era clave para su nueva novela, El francotirador paciente, que hoy aterriza en las librerías.
Apenas un año después de El tango de la Guardia Vieja, el académico se sumerge en el mundo de esos "escritores de paredes" que a veces se juegan la vida para plasmar su "tag" o firma en lugares imposibles. Y deja claro que no lo hace con intención de glorificar ni defender, sino de entender. Porque detrás de actos que a veces "merecen ser calificados de vandalismo" hay "seres humanos con sus sueños y aspiraciones".
"Después de tantos años, he recuperado ese sentido de la clandestinidad, de la noche", cuenta en entrevista con dpa y un pequeño grupo de medios este ex reportero de guerra, curtido en conflictos como el de Eritrea o los Balcanes. "Los grafiteros tienen una planificación casi militar a la hora de organizar sus salidas, son como misiones", explica, "y claro, si me pillan con ellos corriendo por Atocha... Ha sido una experiencia de esas que te rejuvenece."
Grafiti y literatura no han sido precisamente una pareja fructífera, y es posible que no existiera aún una novela enmarcada en este singular mundo. Eso, sumado al gusto de Pérez-Reverte por viajar en tren en lugar de en avión -lo que le ha permitido contemplar muchas de estas pinturas efímeras-, a la épica que envuelve a los grafiteros y a una reflexión muy crítica sobre la situación que estamos viviendo, lo lanzó a ponerse manos a la obra.
Así, al igual que hace una década cuando escribió La reina del Sur, enmarcada en el mundo del narcotráfico, tuvo que volver a "aplicar viejas tácticas de guerrilla". "Tengo la ventaja de saber cómo infiltrarme en grupos hostiles, eso está en el abc del reportero", señaló. "Hay que encontrar ese punto medio, no ir de listo ni de colega", y sobre todo hacerlo con la humildad del que se sabe "turista" en esto del grafiti.
Ahora presume de tener amigos grafiteros con los que queda a cenar e incluso ha conseguido que la acepción "grafiti" entre en el diccionario de la RAE, pese a los "divertidos" debates por el escándalo de algunos académicos. "¡Cómo van a llamarse escritores!", le decían, pero él responde que técnicamente lo son: "grafitero es alguien que escribe su nombre y luego ya evoluciona o no". Aquí "no se trata de la calidad, sino de la cantidad", pero "a un grafitero que se ha hecho 500 metros lo lee más gente que a mí", reconoce.
En El francotirador paciente (Alfaguara) narra la historia de Lex, una especialista en arte urbano con un difícil encargo editorial: seguir la pista de Sniper, un famoso grafitero promotor de acciones callejeras al límite de la legalidad y del que casi nadie ha visto su rostro. ¿Un Banksy hecho ficción? Pérez-Reverte reconoce que sí, que hay mucho del artista de Bristol en su personaje, pero también de escritores perseguidos como Salman Rushdie o Roberto Saviano.
"A Banksy los grafiteros lo detestan", explica. "Lo primero, dicen que no era bueno, pero además critican que 'vendió el culo' (al mercado) y ahora utiliza el grafiti como herramienta de promoción". Un mercado, el del arte, que ya abordó en El pintor de batallas o La tabla de Flandes y al que regresa para denunciar la "golfería" de galeristas y críticos "confabulados para convertir en estrella a un mediocre". Frente a ellos, grafiteros como el madrileño Lose se dejan la piel y a cambio se enfrentan a multas "desorbitadas".
Otros, como Suso 33, han evolucionado hacia el arte urbano, aunque de cuando en cuando se enfunden la capucha y echen mano de los aerosoles en busca de una pared vacía, relata. Porque es ahí donde radica la frontera: "si es legal, no es grafiti", reza el credo que el escritor ha oído una y otra vez a lo largo de este año. El arte callejero es otra cosa. Eso sí, "no preguntéis por ideología porque se van a ofender", señala. "Pinto, luego existo". Esa es su máxima.
Como el "francotirador" de su novela (esa es la traducción de la voz inglesa "sniper"), a Pérez-Reverte también le gusta disparar afilados dardos. "Tengo el privilegio de tener la vida resuelta, no dependo de caerle bien a (Mariano) Rajoy o del crédito del banco, y eso me permite no estar callado", declara. "Pero hay muchos escritores que callan por miedo a no perder lectores, y eso genera cierta complicidad". Javier Marías y Mario Vargas Llosa son, a su juicio, algunas de las excepciones.
Fiel a su fama, tampoco esta vez se mordió la lengua a la hora de criticar la gestión cultural del Ejecutivo. "No tiene perdón de dios, es una verdadera canallada", señaló apuntando lo significativo que resulta que Rajoy no tenga "ni una fotografía en la ópera, en el teatro, en el cine o en la Real Academia". "Eso demuestra cuál es el talante cultural de este gobierno", señaló. Y ante la difícil situación que atraviesa el sector, "me hace temer lo peor", apunta. "Pero claro, la cultura no da votos".
Ahora, cuando el autor de la saga El capital Alatriste se topa con algún grafiti paseando por Madrid, confiesa que "ve caras, seres humanos". "Ya no veo una firma, veo una historia, un chico que roba un spray en la ferretería para decirle a su madre 'ahí estoy'". Pícaro, se resiste a contar que pese a no plasmar su "tag" en ninguna pared, sí ha "cogido latas (de pintura), pero donde no hacía daño a nadie". Y sonríe al relatar que el pasado 25, cuando cumplió 62 años, recibió un regalo del que se siente muy orgulloso: un grafiti en el que se lee "Sniper".
MILENIO CULTURA
Reportaje especial...
Premian sus acciones por la educación superior
El Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Jesús Ancer Rodríguez, recibió el Reconocimiento al Mérito Cívico por su contribución al desarrollo de la educación superior del estado, con calidad, pertinencia y responsabilidad social.
El Doctor Jesús Ancer Rodríguez obtuvo la "Presea Estado de Nuevo León" edición 2012, junto con un grupo de 12 ciudadanos ejemplares, en ceremonia que se realizó el 21 de noviembre en el Teatro de la Ciudad.
El Gobernador Rodrigo Medina de la Cruz reconoció públicamente el trabajo de los recipiendarios de la distinción máxima que otorga el Estado de Nuevo León, quienes fueron propuestos por la comunidad a través del Consejo Interinstitucional de Participación Ciudadana para la entrega de este galardón y que encabeza el Notario Público Emilio Cárdenas Estrada.
"Este galardón representa la gratitud de su comunidad a las personas que hoy lo reciben por sus méritos que han obtenido, ustedes 12 son la representación de lo mejor que tiene Nuevo León en cada ámbito de su participación comunitaria y recibir esta medalla es un compromiso de portarla siempre con orgullo y ser ejemplo para los demás", expresó el Mandatario Estatal.
Distinguen al Rector de la UANL
Fueron 12 las personas galardonadas: Blanca Lea García Murillo, Diego Alonso Roque Montoya, Israel Jiménez Nañez, Hiram Ricardo Mier Alanís, Jesús Ancer Rodríguez, Joaquín Humberto Garza Salas, Liliana Melo de Sada, Noé Sandoval Alcázar, Paola Longoria, Raúl Gerardo Quintero Flores, Sergio Gerardo García Kabande y Sergio Gutiérrez Muguerza; y de este selecto grupo, cinco están vinculados a la Máxima Casa de Estudios.
La "Presea Estado de Nuevo León" se instituyó en 1985 y hasta entonces se ha entregado a 429 personas, ahora con la edición 2012 a 441 ciudadanos; la medalla que se otorga está hecha en oro, personalizada y porta la figura central del Escudo de Armas del Estado de Nuevo León.
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A los 12 ganadores se les ha distinguido por ser excelentes en lo que hacen y por su grado de responsabilidad social, en todos los casos se demuestra actitud de servicio, el amor por su suelo natal o de adopción, que es nuestro querido estado de Nuevo León; su contribución en las obras y acciones más nobles, la realización de logros enormes que hablan de nuestras ganas de salir adelante", enfatizó Medina de la Cruz.
El Dr. Jesús Ancer Rodríguez tuvo el privilegio de ofrecer un mensaje en nombre de todos los galardonados y destacó de manera breve los méritos de cada uno, habló del sentimiento de orgullo y gratitud e hizo el compromiso público de engrandecer con sus obras al estado.
"Nuevo León y sus autoridades hoy se dignifican al entregar esta máxima distinción, porque aún cuando lo sintamos como inmerecido quienes lo recibimos, lo aceptamos con gran júbilo, conscientes de que representamos a muchos nuevoleoneses que aman con pasión esta tierra y a su gente", explicó el Rector de la UANL.
Fiel a su espíritu universitario, Ancer Rodríguez citó a don Alfonso Reyes durante su mensaje: Sin asomo de ironía pudiera afirmarse que el regiomontano es un héroe en mangas de camisa, que es un paladín en blusa de obrero, que es un filósofo sin saberlo, un gran mexicano, sin actitudes estudiadas para el momento y hasta creo, un hombre feliz.
"Sin duda cada uno de los que han recibido esta medalla guarda el momento como un recuerdo imborrable, pero estoy seguro que también generó en ellos, como en nosotros, una deuda permanente que solo podemos saldar con el compromiso de contribuir en la construcción de una mejor sociedad", expuso.
Por Esperanza Armendáriz
Fotografía José Luis Macías Nicanor
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